Byron
Rostran Argeñal
Junio/11/2012
Recientemente
comencé a leer El mal de Portnoy (1969),
una de las novelas más importantes del escritor estadounidense Philip Roth. Me
está dejado un gran sabor la lectura de este libro.
Por lo general, siempre me siento obligado a leer a estos grandes novelistas porque sé que han hecho una gran marca en la literatura y de seguro la dejan en mí, porque cuando uno de ellos muere (recientemente se fue el mexicano Carlos Fuentes 1928-2012), dejan una pérdida enorme, pero quizás, de algún modo, me quedan presentes, por todas las horas que dediqué a leerlos. Sus líneas, sus ideas, sus historias, sus palabras…grabadas en la cinta magnetofónica de mi cerebro.
Por lo general, siempre me siento obligado a leer a estos grandes novelistas porque sé que han hecho una gran marca en la literatura y de seguro la dejan en mí, porque cuando uno de ellos muere (recientemente se fue el mexicano Carlos Fuentes 1928-2012), dejan una pérdida enorme, pero quizás, de algún modo, me quedan presentes, por todas las horas que dediqué a leerlos. Sus líneas, sus ideas, sus historias, sus palabras…grabadas en la cinta magnetofónica de mi cerebro.
Algunos meses antes de comenzar a
escribir su novela Elegía, 2006, Philip Roth le reveló a The New Yorker:
“El hecho de que algún día moriré ha
dejado de parecerme una injusticia, lo que no quita que me aterrorice la idea
de la muerte. Es horrible. Me rompe el corazón. Es impensable, increíble,
imposible. La idea de ser olvidado. El no estar vivo, no sentir la vida, no
poder olerla. Mi próximo libro trata sobre todo eso: sobre la muerte y sobre
morir”.
Elegía terminó siendo un difícil camino por la vida, un paseo hacia la
muerte. Roth salpica ese recorrido con sentencias brutalmente certeras: “La vejez no es una batalla; la vejez es una
masacre”.
Este mes de junio de 2012 a sus 79 años
de edad, a Roth le fue concedido el PremioPríncipe de Asturias de Literatura en la ciudad de Oviedo. Según el
jurado, compuesto entre otros por Luis María Anson Oliart, J. Armas Marcelo,
Xuan Bello Fernández y Blanca Berasátegui:
“la obra
narrativa de Philip Roth forma parte de la gran novelística estadounidense, en
la tradición de Dos Passos, Scott Fitzgerald, Hemingway, Faulkner, Bellow o
Malamud. Personajes, hechos, tramas conforman una compleja visión de la
realidad contemporánea que se debate entre la razón y los sentimientos, como el
signo de los tiempos y el desasosiego del presente. Posee una calidad literaria
que se muestra en una escritura fluida e incisiva”.
De origen judío, Roth, nacido en Newark
en el año de 1933, es autor de libros como El lamento de Portnoy, la ‘trilogía
americana’ (Pastoral americana, Me casé con un comunista y La mancha humana),
La conjura contra América, Elegía y Némesis. Desde que publicara en 1959 Adiós
Columbus, ha recibido todos los premios más importantes de Estados Unidos y en
el exterior, desde el National Book en su país hasta el Booker en Inglaterra,
pasando por el Pulitzer y el Nacional de la Crítica. Sólo le falta el Nobel,
aunque cada año es uno de los nombres que más suenan. En su obra ha explorado
la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial o el macartismo.
Desde que publicó su cuarto libro, El
lamento de Portnoy (1969), se convirtió en uno de los referentes
imprescindibles del panorama literario universal. Dentro de su vasta producción
hay varias obras de gran envergadura, como la serie de novelas protagonizadas
por su alter ego, Nathan Zuckerman.
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