Mar/22/2011. De casualidad me quedé viendo la película “Crepúsculo” (Twilight) mientras cambiaba canales en la tele. Yo he sido uno de los principales críticos a este tipo de películas.
Siempre me ha parecido una historia mediocre que trata de aprovechar una historia de amor para capturar a miles de adolescentes que sueñan con vivir algo parecido—el amor de Bella y Edward—aunque debo admitir que es buena estrategia. De todos modos la miré y puedo decir que en nada cambió mi opinión sobre la imaginación de Stephenie Meyer (La escritora).
Definitivamente es otra la imagen de estos vampiros, aunque siempre presentados como criaturas malignas que se alimentan de sangre de seres vivos para mantenerse activos, pero con mas estilo. Y en esto, el cine y la televisión han sabido sacarle el mayor provecho. Nada parecido a su ancestro Drácula.
El punto es que, ¿por qué? nos llama tanto la atención la inmortalidad, nos aterra la idea de muerte, no queremos dejar de ser. Los faraones estaban seguros de irse al mas allá con todo y aún más de lo que tenían. Como sea, hacemos todo lo posible, queremos burlarnos de la mortalidad—es que no fuimos creados para morir. —Aun cuando sepamos que no somos eternos en esta vida, queremos que nuestro legado quede viviendo a través de la historia pretendiendo estar vivos en los recuerdos de alguien.--Es que no fuimos hechos para morir—el subconsciente nos grita.
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