Hace unos días una amiga mía de 60 años me entregó un libro que yo le había prestado--El Viejo y el Mar de Hemingway—y me comentaba de lo mucho que le inspiró esa historia. La obra trata sobre un pescador cubano, ya anciano, que se encuentra en una época en la que recuerda su vida pasada con amargura ya que se encuentra falto de suerte y con las fuerzas muy reducidas para seguir con su labor. Nuestra conversación se alargo a casi dos horas sobre el tema.
El mensaje de libro es que no debes de darte nunca por vencido, pues así, aunque no consigas tu objetivo no estarás derrotado. El libro destaca principalmente la amistad, la perseverancia y el estoicismo. Al final, después de batallar durante días contra el mar, el viejo no logra romper su mala racha, sin embargo no se molesta o deprime, simplemente decide volver a intentarlo al día siguiente.
Cada vez que puedo hablar con alguien de la tercera edad me interesa mucho lo que me puedan decir o comentar, no de sus glorias o derrotas pasadas sino de lo que pasan o piensan ahora. La mayoría expresan los desdichados que son ahora y como, sus mejores años ya solo son un suspiro del pasado, los alfileres en su voz lo delatan.
Acaso la vejez es lo peor que le puede pasar o la vejez es su verdad oportunidad para poner en práctica toda la experiencia adquirida.
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