BYRON ROSTRAN ARGEÑAL
La vida es tonta ó peor
aún, los tontos somos nosotros al no poder adaptarnos a todo aquello que nos
rodea (el medio, las circunstancias, el entorno). Si hay que poner culpables: todos
lo somos. Aunque creemos o hemos creído que podemos, la verdad es que, no hemos
sido capaces de hacerlo.
Esta vida me parece tan
dispareja desde donde la mire, y, ¿tiene que ser igual para todos? Cada mañana
me doy cuenta de esa verdad y en cada punto por donde transito la realidad en
la calles me lo revela. No sé si, lo que miro realmente me molesta, me duele o
me hace ser más indiferente al dolor de los demás. Siempre nos estamos comparando
con el que tiene más para sentirnos después una basura. Siempre nos estamos
quejando de nuestra condición, porque, ¿quién nos defenderá?
Hace unos días atrás
murió un gran señor que tuve la dicha de conocerlo en el hospital —el lugar
donde se conoce el verdadero carácter de las personas— un arquitecto y docente
universitario muy reconocido. Venía luchando contra el cáncer por casi un año,
y, este principio del mes de julio no pudo más. Poco a poco se vino
desvaneciendo, como cuando la neblina se disipa y todo es claridad. Es que unos
mueren y a otros se les da una nueva oportunidad de vivir. Unos luchan y otros
ni intenciones tienen de luchar. ¿Qué, aún no lo entiendes?
Estoy harto de escuchar
las terribles quejas que existen en nuestra sociedad: la casada desea estar
soltera, el soltero sumamente preocupado por casarse, al que desea hijos no puede
tenerlos, y la tierrosa o terrosa de la calle pariendo como loca. El hombre se
mide por cuantas veces la ha metido y las mujeres por cuantas veces ha sufrido,
que estúpido. Me molesta más aún el ver gente que tiene hijos —que al fin y al
cabo nunca los quiso— y ahora ni puede mantenerlos, no previó en su cerebro que
algún maldito día tendrían que llevarlos al médico. Igualmente me parece aún
mas imposible como hay padres que llevan a sus recién nacidos en esos buses que
parecen latas de sardinas pero con carne humana dentro, no pudiendo ni si
quiera llevarlos dignamente en un jodido taxi conducido por algún analfabeta
conductor.
La vida es así y yo soy
un tonto queriéndola entender, cuando en el fondo se que no podré. Nos
preocupamos por cosas tan superficiales, mismas que nosotros hemos creado. Solo
aquel que ha pasado por situaciones extremas, es la persona que tiene una mejor
perspectiva de vivir o de seguir viviendo
a treguas con esta o en esta vida.
A veces me siento como
un pequeño y diminuto gato encerrado en una oficina, sin saber cómo llegué ahí
o como aparecí, si es que llegué o simplemente aparecí, —cabe también la
posibilidad que sea mi sueño recurrente flotando en mi subconsciente—. Un gato
intentando salir, sabiendo que afuera le espera una mejor vida, un mejor
ambiente, su ambiente. Sopesando
todas las posibilidades de escaparse de ese lugar. Esa idea me mantiene adrenalizado. Pero cuando estoy —o el
gato— a punto de salir y ser libre emancipándome de todo yugo, me detengo
frente a la salida y me preguntó el por qué quiero ahora salir, del cómo llegué
ahí y del por qué quiero hacer lo que quería hacer.
Como diría algún
hipotético rey extraterrestre: somos unos pequeños e ilusos mortales tan
necesitados de amor, que a la vez, ese amor, nos cuesta tanto expresarlo. Sufriendo por
cosas que nunca cambiaremos, viendo morir de hambre o de alguna de las
múltiples enfermedades a muchas personas. Sufriendo por el que no nos quiso o
porque hemos querido demasiado. Queriendo más cuando ni sabemos lo que
queremos. Teniendo sueños irrealizables pero que aun así nos mantienen vivos.
Aun con toda esta ¿insatisfacción?, solo pienso en que,
existe una vida, una sola y verdadera vida, la cual quiero vivir. Me mantengo a
la expectativa de lo que me pueda pasar, sea bueno o malo. Ahora que medio
entiendo que debo respirar un aliento a la vez, aunque inevitablemente cada día
me convierta más en un insatisfecho. Y a la larga solo así es que se puede
vivir.
1 comentario:
"No sé si, lo que miro realmente me molesta, me duele o me hace ser más indiferente al dolor de los demás".
Me he sentido muy identificada con este artículo.
Éxitos mi amigo Contador.
Publicar un comentario